Miguel Villela OFS Honduras
ORACIÓN Y ACCIÓN DE GRACIAS A
DIOS UNO Y TRINO
(El Greco, "La
Trinidad", y San Francisco, Rnb 23)
. Omnipotente, santísimo, altísimo y
sumo Dios, Padre santo y justo, Señor rey del cielo y de la tierra, por ti
mismo te damos gracias, porque, por tu santa voluntad y por tu único Hijo con
el Espíritu Santo, creaste todas las cosas espirituales y corporales, y a
nosotros, hechos a tu imagen y semejanza, nos pusiste en el paraíso. Y nosotros
caímos por nuestra culpa.
Y te damos gracias porque, así como por tu Hijo nos creaste, así, por tu
santo amor con el que nos amaste, hiciste que él, verdadero Dios y verdadero
hombre, naciera de la gloriosa siempre Virgen la beatísima santa María, y
quisiste que nosotros, cautivos, fuéramos redimidos por su cruz y sangre y
muerte.
Y te damos gracias porque ese mismo Hijo tuyo vendrá en la gloria de su
majestad a enviar al fuego eterno a los que no hicieron penitencia y no te
conocieron, y a decir a todos los que te conocieron y adoraron y te sirvieron
en penitencia: –Venid, benditos de mi Padre, recibid el reino que os está
preparado desde el origen del mundo.
«Contemplad al Señor y quedaréis radiantes» (Sal
33,6).
Oh sumo Dios y Sumo Bien.
Gracias por concederme el privilegio de estar ante ti, hoy en esta noche.
Gracias por tu presencia siempre viva en nuestra iglesia, gracias por tu
amor y por tu misericordia.
Quien soy yo Señor, Mi Dios y mi todo, para estar ante ti, para hablarte, para
amarte y para adorarte.
Quien soy yo Señor, sino tan solo un pobre pecador.
Una persona que dice que te ama, pero que no es constante en la oración a
ti.
Una persona que te necesita, pero que muchas veces se le olvida que Tú
estas siempre ahí, esperando la visita.
Una persona que dice que se haga Tu voluntad, pero que continuamente se le
olvida alimentarse con tu palabra.
Una persona que Te menciona constantemente, pero que es incapaz de verte
reflejado en las personas que me rodean.
Una persona que dice que te ama, pero que la mayoría de las veces es
incapaz de sacrificarse por otro.
Quien soy yo Señor, sino una pobre vasija, deseando que tu mi alfarero, me
deshaga y me edifique nuevamente.
Sin ti soy nada Señor, sin ti, solo existe un vacío, soy tu hijo Señor,
aquel hijo prodigo que se va y que vuelve, aquel hijo que siempre regresa al
padre con la cabeza baja requiriendo y necesitando reconciliarse.
Que fácil sería la vida Señor, si nos dejáramos guiar por ti, si
siguiéramos tu palabra y tus mandatos, pero que débiles somos Señor, muchas
veces te cambiamos por nada, muchas veces dejamos que el pecado cubra nuestro
cuerpo y no hacemos nada.
Que hijos tan ingratos tienes Señor, si tan solo pudiéramos abrirnos a tu
amor, si tan solo pudiéramos renunciar a lo que te desagrada, si tan solo
fuésemos capaces de entregarnos por ti Mi Señor.
Oh hermano Francisco, hoy acudimos a ti, para que nos enseñes a amar a
Nuestro Señor, para que podamos entregarnos y deleitarnos ante su presencia en
el santísimo sacramento del altar.
Y junto a ti le preguntamos, que puedo hacer Señor, que quieres que haga.
Y dirigimos esta hermosa Alabanza que Él te inspiró:
Alabanzas al Dios Altísimo
Tú eres santo, Señor Dios único,
que haces maravillas (Sal 76,15).
Tú eres fuerte, tú eres grande (cf. Sal 85,10), tú eres altísimo, tú eres
rey omnipotente, tú, Padre santo (Jn 17,11), rey del cielo y de la tierra (cf.
Mt 11,25).
Tú eres trino y uno, Señor Dios de dioses (cf. Sal 135,2), tú eres el bien,
todo el bien, el sumo bien, Señor Dios vivo y verdadero (cf. 1 Tes. 1,9).
Tú eres amor, caridad; tú eres sabiduría, tú eres humildad, tú eres
paciencia (Sal 70,5), tú eres belleza, tú eres mansedumbre, tú eres seguridad,
tú eres quietud, tú eres gozo, tú eres nuestra esperanza y alegría, tú eres
justicia, tú eres templanza, tú eres toda nuestra riqueza a satisfacción.
Tú eres belleza, tú eres mansedumbre; tú eres protector (Sal 30,5), tú eres
custodio y defensor nuestro; tú eres fortaleza (cf. Sal 42,2), tú eres
refrigerio.
Tú eres esperanza nuestra, tú eres fe nuestra, tú eres caridad nuestra, tú
eres toda dulzura nuestra, tú eres vida eterna nuestra: Grande y admirable
Señor, Dios omnipotente, misericordioso Salvador.
Oh hermano Francisco, enséñanos a dirigirnos a Nuestro Señor,
«Cuando recéis decid: "Padre nuestro" y
Te adoramos (Test. 5 y 1Cel. 45)
Te adoramos, ¡oh Cristo!,
En todas tus iglesias que hay en
el mundo entero
Y te bendecimos,
Pues por tu santa cruz
Redimiste al mundo.
Que hermoso, Señor, cuán grande es tu misericordia, que prometiste estar
siempre con nosotros.
Ved que yo estoy con vosotros hasta la consumación de los tiempos. (cf. Mt 28, 20)».
¡Oh hijos de los hombres!, ¿hasta cuándo seréis duros de corazón? (Sal 4,3). ¿Por qué no reconocéis la verdad y
creéis en el Hijo de Dios? (cf. Jn 9,35).
Ved que diariamente se humilla (cf. Flp. 2,8),
como cuando desde el trono real (Sab. 18,15)
descendió al seno de la Virgen; diariamente viene a nosotros Él mismo en
humilde apariencia; diariamente desciende del seno del Padre al altar en manos
del sacerdote. Y como se mostró a los santos apóstoles en carne verdadera, así
también ahora se nos muestra a nosotros en el pan consagrado
Permítenos Señor, convencernos que esa promesa es real en cada sacrificio
eucarístico, que al verte un día podamos deleitarnos y saborearnos como S.
Buenaventura, en su Leyenda Mayor, cuando en la liturgia tenía que pronunciar
el nombre del Señor, parecía que se lamiera los labios por la dulzura y
suavidad. Quería que se honorase el nombre del Señor, no solamente en el
pensamiento, sino también cuando se oyese o encontrase escrito.
Oh mi Señor cuanto nos amas, que conociendo nuestra naturaleza de pecado,
continuamente nos presentas ejemplos de hombres y mujeres que han logrado la
santidad, para que nosotros mismos no perdamos de vista el camino que nos
conduce hacia ti.
Oh Señor ayúdanos, te lo pedimos como la cananea «acercándose se postró,
diciendo: ¡Señor, ayúdame!» (Mt 15,25), para que un día sin temor y con confianza
podamos decir como dijo el Padre Pio poco antes de morir, todo está consumado
en el servicio a mi Señor, luego de haber compartido el sacrificio de la cruz
contigo durante 50 años, y todo por nuestros pecados.
Pero solo Señor aprendiendo a Adorarte a ti en la Eucaristía, lograremos
hacer de nuestra vida «una ofrenda permanente para ti.
Y podamos decir como san Pablo: "estoy clavado en la cruz juntamente
con Cristo" (Gál. 2,19)» (Mediator Dei 101).
Y podamos ser dignos de recibir tu promesa «el que come mi carne y bebe mi
sangre tiene la vida eterna y yo le resucitaré el último día» (Jn 6,54).
Y podamos decir junto con Francisco «El Señor me concedió... la gracia de
conocerlo, de amarlo y de servirlo».
Oración "absorbeat" (atribuida
a San Francisco)
Te suplico, Señor,
Que la fuerza abrasadora de tu amor
Absorba de tal modo mi mente
Que la separe de todas las cosas que hay debajo del cielo,
Para que yo muera por amor de tu amor,
Ya que por amor de mi amor, tú te dignaste morir.
Señor, solo tú eres santo, solo tuyo es el honor y la gloria por siempre.
Mi Dios Altísimo, mi sumo Bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario