Miguel Villela OFS Honduras
Como nuestro Hermano Francisco decía
antes de todo: ÉL Señor os dé la paz.
Tomando
textos de San Buenaventura y de la primera vida escrita por Tomas de Celano,
primer biógrafo de san Francisco, intentaré hacer una breve descripción de la
vida de este hijo de Dios:
Nuestro
Hermano Francisco, siervo de Dios, nació hacia el año de 1182 en la ciudad de
Asís, Italia.
Se
crio en un hogar rodeado de sus padres Pedro Bernardone, rico comerciante de
telas y su madre Madonna Picca, recibió una buena educación en la escuela de su
parroquia San Jorge, luego comenzó a trabajar en la empresa de su padre, donde
demostró ser un hábil comerciante.
Como
un joven normal de su época y de su condición social, disfrutaba de las
fiestas, le gustaban las canciones de moda, era vanidoso, le gustaba vestir a
la última y según sus biógrafos poseía una talla de líder entre sus amigos,
voluntarioso, generoso, desprendido, derrochador y con muy buenos sentimientos,
jamás puso su confianza en el dinero y en las riquezas; Dios había infundido en
lo más intimo del joven Francisco una cierta compasión hacia los pobres que fue
creciendo con el desde su infancia y llenó su corazón de benignidad.
Ya
desde su nacimiento, un peregrino a quien su madre le había dado una limosna,
lo bendijo, anunciando que sería uno de los hombres más buenos del mundo.
Otro
hombre muy sencillo de Asís, inspirado al parecer por Dios mismo, cada vez que
se encontraba con Francisco, se quitaba la capa y la extendía a sus pies,
asegurando que este era digno de toda reverencia por cuanto en un futuro
realizaría grandes proezas y llegaría a ser honrado por todos los fieles.
Sucedió
un día, mientras era absorbido por el barullo del comercio, que despachó con
las manos vacías a un pobre que se había acercado a pedirle limosna por amor de
Dios, pero vuelto en sí al instante corrió tras el pobre y dándole con
clemencia la limosna prometió al Señor que a partir de entonces jamás negaría
el socorro mientras le fuera posible a cuanto s se lo pidieran por amor suyo,
muchos años después solía decir que apenas escuchaba la expresión amor de Dios,
sentía un profundo estremecimiento en su corazón y en su ser. Dicha promesa de
socorro hacia los necesitados la guardó con piedad hasta su muerte.
Empieza a conocer su vocación:
Luego
de haberse alistado en el ejercito, haber sido prisionero y mantenerse en el
tipo de vida que hasta la fecha lo llenaba, de pronto El Señor hizo sentir su
mano poderosa sobre el, operando en su espíritu un profundo cambio mientras
sufría de prolijas enfermedades, afligiendo su cuerpo, para disponer así su
alma a la unción del Espíritu Santo.
A
partir de ese día todo empezó a cambiar para el, aún sin que el supiera o
lograra comprender.
Al
ver la pobreza, se conmueve su compasivo corazón y da sus ropas finas a un caballero
noble pero pobre y mal vestido, realizando una doble obra de misericordia:
cubrir la vergüenza de un noble caballero y remediar la necesidad de un pobre.
A la
noche siguiente tiene el sueño del palacio lleno de riquezas, armas marcadas
con la señal de la cruz de Cristo, trofeos de guerra y una bella esposa, el
pregunto para quien serian tan grandes tesoros y una voz de lo alto le
respondió que para el y sus caballeros.
Animado
por las promesas del sueño vuelve a enlistarse confiado que le esperaba un
glorioso porvenir, estando en la puglia, la voz del Señor le salió al paso y le
dijo: ¿francisco quien piensas que pueda beneficiarte mas: El Señor o el
siervo, el rico o el pobre?, a lo que Francisco ya consiente de quien le
hablaba le responde que sin duda el señor y el rico, a lo que El Señor le
vuelve a preguntar ¿Por qué entonces abandonas al Señor por el siervo y por un
pobre dejas a un Dios rico?, a lo que responde Francisco por primera vez la
frase que lo acompañará en su vida de fiel obediencia Señor ¿que quieres que
haga? Y El Señor le dice vuelve a Asís y yo te diré ¿lo que tienes que hacer?
A su
regreso, se interesaba más por los pobres y le comenzaba a atraer su amada dama
pobreza.
Me
desposaré con una mujer, la más noble y bella que jamás hayáis visto, y que
superará a todas por su estampa y que entre todas descollará por su sabiduría.
En
su casa a la hora de la comida partía mas pan en espera de que llegará alguien
a pedir, si alguien le pedía limosna le daba lo que tenia, dinero o su ropa.
Peregrinó
a Roma para ofrecer una generosa limosna en el cepillo del altar de San Pedro,
luego cambio sus ropas por las de un pordiosero y comenzó a pedir.
De regreso cierto día cuando cabalgaba por la llanura
se encontró con un leproso (siempre le habían repugnado), pero El Señor le
había revelado que si quería seguir su voluntad tenia que cambiar, tenía que
lograr que lo amargo se le
volviera dulce y lo dulce amargo; al ver al leproso bajo de su caballo, le besó la mano y le dio
una limosna, al instante sintió una dulzura y felicidad plena que desde ese día
le obligaba a visitar a los leprosos, los mendigos, los sacerdotes, los pobres
y cuantos sufrieran para darles limosnas y curar sus llagas o heridas.
Comenzó a buscar lugares solitarios para dedicarse por
completo a la oración.
Mientras oraba y lloraba intensamente frente a la
imagen de Jesús Crucificado, frente a la Pasión de Nuestro Señor en el interior
de las ruinas de la Iglesia de San Damián, oyó la voz del Señor que salía desde
la cruz y le repetía tres veces: Francisco repara mi
iglesia que esta en ruinas, no ves que se hunde.
Sumo, glorioso Dios,
ilumina las tinieblas de mi corazón
y dame fe recta,
esperanza cierta
y caridad perfecta,
sentido y conocimiento, Señor,
para que cumpla
tu santo y verdadero mandamiento.
Luego de salir del éxtasis divino, Francisco se enfoca
en reparar físicamente la Iglesia de san Damián, luego reparará la Iglesia de San
Pedro y de Nuestra Señora de los Ángeles o la Porciúncula sin conocer aún que El Señor le invitaba a
reparar la iglesia que El Mismo había salvado con su sangre.
Francisco renuncia a sus bienes, se desnuda y repite
la frase ya no diré padre mío de Bernardone, sino solamente Padre Nuestro que
estas en los cielos.
Un día estando en misa escucha una de las partes del
evangelio que dictaron la pauta del camino que Nuestro Señor le invitaba a
seguir Mt 10,19, el evangelio de la misión de los apóstoles, al escucharlo San
Francisco inmediatamente exclamó esto es lo que yo quiero, es lo que busco, es
lo que en lo más profundo de mi corazón anhelo poner en práctica.
Se despojó nuevamente de sus ropas y comenzó a vestir
la túnica en forma de cruz para expulsar todas las ilusiones diabólicas, se la
prepara áspera para crucificar la carne con sus vicios y pecados, se la prepara
pobrísima y burda tal que el mundo no pudiera ambicionarla, se coloca una
cuerda en lugar de correa, se desato el calzado, soltó el bastón, dejo el
dinero pues nunca fue oyente sordo del Evangelio sino que, confiando a su feliz
memoria cuanto oía, procuraba cumplirlo a la letra sin tardanza.
«Marchad, carísimos, de dos
en dos por las diversas partes de la tierra, anunciando a los hombres la paz y
la penitencia para remisión de los pecados. Y permaneced pacientes en la
tribulación, seguros, porque el Señor cumplirá su designio y su promesa. A los
que os pregunten, responded con humildad; bendecid a los que os persigan; dad
gracias a los que os injurien y calumnien (cf. 2 R 10,10-12), pues por esto se
nos prepara un reino eterno».
Fue, pues, la mano del Señor la que se posó sobre él y la diestra del Altísimo la que lo transformó, para que, por su medio, los pecadores pudieran tener la confianza de rehacerse en gracia y sirviese para todos de ejemplo de conversión a Dios.
San Francisco comienza a tener sus primeros compañeros: Hermano Bernardo, Pedro Cattani, con ellos busca en los evangelios y encuentra los que definirían su regla de vida, que actualmente se conserva en la Walters Art Gallery de Baltimore, USA:
Mt 19,21 vende todo lo que tienes y dalo a los pobres
Lc. 9,3, No toméis nada para el camino
Lc. 9,23. Si alguno quiere seguirme, que se niegue a si mismo, tome su cruz y me siga.
Francisco se instala en Rivotorto, se les une Fray Silvestre.
Francisco realiza con Fray Gil, la primera incursión apostólica, a su paso dejaban a todo el mundo perplejo por su identidad franciscana, algunos los confundían con hechiceros, con locos, la gente corría asustada.
Pues quien sufre la
persecución antes que querer separarse de sus hermanos, verdaderamente
permanece en la perfecta obediencia, porque da su vida (cf. Jn 15,13)
por sus hermanos.
Luego realizará otros viajes misioneros junto con sus hermanos menores, se tiene registro del viaje de Fray Gil y Bernardo.
«Confortaos, carísimos,
y alegraos en el Señor; no os entristezcáis al veros tan pocos; ni os asuste mi
simplicidad ni la vuestra, porque, como me ha mostrado en verdad el Señor, Dios
nos hará crecer en gran multitud y nos propagará hasta los confines de la
tierra.
Se unen al grupo Sabatino, Juan, Morico el chico y Felipe
La oración del grupo de Rivotorto era más mental que oral, no tenían libros para rezar el oficio, los invitaba a rezar el Padrenuestro y a adorar la cruz.
«Cuando oréis decid: "Padre nuestro", y también: "Te adoramos, Cristo, en todas las iglesias que hay en el mundo entero y te bendecimos, porque por tu santa cruz redimiste al mundo"».
LA DEVOCIÓN EUCARÍSTICA
EN LA «CARTA A TODA LA ORDEN"
DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
por Octaviano Schmucki, o.f.m.cap.
EN LA «CARTA A TODA LA ORDEN"
DE SAN FRANCISCO DE ASÍS
por Octaviano Schmucki, o.f.m.cap.
12Así pues, os ruego a todos vosotros,
hermanos, besándoos los pies y con la caridad que puedo, que manifestéis toda
reverencia y todo honor, tanto cuanto podáis, al santísimo cuerpo y sangre de
nuestro Señor Jesucristo, 13en el cual las cosas que hay en los
cielos y en la tierra han sido pacificadas y reconciliadas con el Dios
omnipotente (cf. Col 1,20).
En 1224 Francisco es bendecido con la impresión de las llagas de la Pasión de Cristo en el monte Alverna.
San Francisco murió en la Porciúncula, al atardecer del sábado 3 de octubre de 1226, a la edad de 44 años.
Es Canonizado el día 16 de Julio de 1228 por el Papa Gregorio IX.
Te digo que si hubiere
tenido paciencia y no me hubiere alterado, que en esto está la verdadera
alegría y la verdadera virtud y la salvación del alma.»
Tomado de uno de sus testamentos, TESTAMENTO DE SIENA
1Escribo cómo bendigo a todos mis hermanos, los que están en nuestra religión y los que vendrán a ella hasta el fin del siglo... 2Puesto que, a causa de la debilidad y dolores de la enfermedad, no tengo fuerzas para hablar, brevemente declaro a mis hermanos mi voluntad en estas tres palabras, a saber: 3que, en señal del recuerdo de mi bendición y de mi testamento, siempre se amen mutuamente, 4siempre amen y guarden la santa pobreza, nuestra señora, 5y que siempre se muestren fieles y sumisos a los prelados y todos los clérigos de la santa madre Iglesia.
Cristo: «A la sombra de
tus alas escóndeme de los malvados que me asaltan».
El Altísimo mismo me
reveló que debería vivir según la forma del santo Evangelio.
Conclusiones: De la Vocación a la que fue llamado este Santo varón de Dios, podemos referirnos a lo siguiente:
1. El Hermano Francisco, partiendo de su débil humanidad, demostró una sensibilidad y docilidad a la escucha del llamado de Dios.
2. En su deseo de seguir las huellas de Nuestro Señor, vivió según la forma del evangelio:
Del evangelio a la vida y de la vida al evangelio. Esto es lo que siempre había buscado.
3. Al conocer y enamorarse de su dama pobreza y estar en búsqueda de la perfecta obediencia, descubrió que la verdadera alegría se encuentra en dar la vida por los hermanos., porque es dando como se recibe y perdonando como se es perdonado.
4. La continua oración fue el camino que lo condujo a conocer la voluntad de Dios, ¿Señor que quieres que haga?
5. Su devoción por Cristo Crucificado, María Santísima y La Eucaristía, le dio sentido al estilo de vida propio de la fraternidad franciscana.
Me sé de memoria a mi Cristo pobre y Crucificado.
Hermanos, pidámosle a Nuestro Señor que nos conceda tan solo un poco de la humildad, confianza en Dios y en la Iglesia, amor, caridad y sed evangélica que nuestro Padre Seráfico San Francisco de Asís demostró a lo largo de su camino de conversión y salvación.
«El hombre de
hoy necesita la fe, la esperanza y la caridad de Francisco; necesita la alegría
que brota de la pobreza de espíritu, esto es, de una libertad interior». -Juan
Pablo II, 11-II-03
ÉL Señor os dé
la paz.
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