lunes, 8 de febrero de 2016

Reflexion Carta Cuaresma 2016 Papa Francisco

Reflexión sobre la Carta Cuaresma 2016 Papa Francisco                        Miguel Villela OFS Honduras
 

“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13).

El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental.

Recomendación del Papa Francisco: Vivir esta cuaresma con mayor intensidad celebrando y experimentando la Misericordia de Dios.

CLAVES PARA LA CUARESMA:

1.     Escucha Orante de la Palabra, especialmente la Profética.

2.     Experimentar la Misericordia en primera persona: Misión, La Misericordia es un anuncio al mundo. Un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.

3.     Compartir el Milagro de la Misericordia: Amar al Prójimo.

PERSONAJES Y MOMENTOS QUE NOS DEBEN ACOMPAÑAR EN ESTA CUARESMA:

1.     María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada

Acoge el anuncio de la Buena Nueva y con el Magnificat, nos canta proféticamente la Misericordia con que Dios la ha elegido.

2.     La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia

Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral aún en los momentos de mayor infidelidad donde se rompe el pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad.

Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor: El padre y el  Marido traicionado por el hijo y la esposa infiel.

Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada»

Jesús es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa: (incluso dar su vida) con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella. Las Bodas del Cordero.

Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5).

La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21).

Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales.

¿A QUE NOS AYUDAN LAS OBRAS DE MISERICORDIA?

Nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo.

Es una respuesta a la Misericordia que Dios ha tenido con nosotros. Entre más hemos recibido Misericordia de Dios, más seremos capaces de compartir esa Misericordia con nuestro prójimo.

La Misericordia hace que nuestra conciencia DESPIERTE y nos permite entrar al corazón del EVANGELIO donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina». ¿QUE ESTAS HACIENDO POR LOS POBRES?

En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado»

ES IMPENSABLE Y UN ESCANDALO EL MISTERIO DE LA CONTINUACIÓN DEL SUFRIMIENTO DEL CORDERO INOCENTE, más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe. Ante el deberíamos quitarnos las sandalias. (cf. Ex 3,5)

PELIGROS DE UNA CONCIENCIA DORMIDA:

Creerse y sentirse Rico cuando se es el Pobre más miserable: Esclavo del Pecado.

DEBEMOS ACEPTAR NUESTRA POBREZA ANTE DIOS: EL PRIMER PASO PARA RECIBIR MISERICORDIA. La misericordia transforma el corazón del hombre.

Ser Rico en pecado: nos impulsa a utilizar la Riqueza y el Poder para disimular u ocultar nuestra verdadera pobreza y no para servir a Dios ni al prójimo. Por eso cada vez se quiere más.

Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado.

Llega hasta tal punto que ni siquiera podemos ver o ser sensible ante el pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de nuestra casa (cf.  Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión.

HAS PENSADO QUE: EN EL TIEMPO DE HOY, CRISTO MENDIGA ANTE NUESTRA PUERTA Y NUESTRO CORAZÓN PARA DARNOS LA OPORTUNIDAD DE CONVERTIRNOS Y EXPERIMENTAR LA MISERICORDIA.

Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos.

Delirio de Omnipotencia: Totalitarismo, Tecnociencia: dios es irrelevante, Idolatría al dinero, Falsos Modelos de Desarrollo donde se ve al hombre como algo para utilizar, etc.

RESULTADO: Personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.

ESTRATEGIA: La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia:

corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados.

Espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar.

Nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo.

¿QUÉ PODEMOS HACER?

Emprender el camino de la Misericordia, a través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer.

Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.

No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).

 

 



 

 

 

 

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