lunes, 8 de febrero de 2016

Resumen Enciclica Laudato Si

                                                                                                               Miguel Villela OFS Honduras
 
¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan, a los niños que están creciendo?

Laudato si’, mi’ Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba san Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra casa común es también como una hermana, con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».1

Papa Francisco: Creo que Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de un ecología integral, vivida con alegría y autenticidad.

Amaba y era amado por su alegría, su entrega generosa, su corazón universal. Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo.

Claves para aplicar la Encíclica: Actitudes para leerla y aplicarla

-Acercamos a la naturaleza y al ambiente con apertura al estupor y a la maravilla,

-Hablar el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo.

-Hacer un cambio de rumbo. Cambio de actitud: Negar el problema, Indiferencia, Resignación cómoda, confianza ciega que otros resolverán el problema.

-Regresar a la simplicidad, a los orígenes de nuestra espiritualidad.

-Aprender de San Francisco que nos propone reconocer la naturaleza como un espléndido libro en el cual Dios nos habla y nos refleja algo de su hermosura y de su bondad. «A través de la grandeza y de la belleza de las criaturas, se conoce por analogía al autor» (Sb 13,5), y «su eterna potencia y divinidad se hacen visibles para la inteligencia a través de sus obras desde la creación del mundo» (Rm 1,20).

El mundo es algo más que un problema a resolver, es un misterio gozoso que contemplamos con jubilosa alabanza.

El Gran Desafío: urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral.

Necesitamos una solidaridad universal nueva.

Términos con los que nos vamos a encontrar:

Rapidación y el inmediatismo ». Cambios en extremo acelerados que superan la respuesta natural y Biológica. Cambios no orientados al Bien Común sino a intereses mezquinos y egoístas.

Extractivismo, Agotamiento de recursos, Cultura del descarte, Contaminación a todo nivel, Privatización de recursos, Consumismo, Urbanismo, Exclusión Social, Inequidad, Agresividad Social, Narcotráfico, Perdida de identidad, Contaminación Mental y Atontamiento Digital, Paradigma tecno económico, Corrupción, Disponibilidad infinita de recursos y regeneración inmediata y el Antropocentrismo, Relativismo Práctico, Monocultivos y Uso de semillas transgénicas estériles, Tecnocracia.

 

RAZONES DE ESPERANZA:

1.      Se advierte una creciente sensibilidad con respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo con nuestro planeta.

2.      El Ser humano puede modificar su conducta, puede rectificar sus errores y puede emprender un rumbo diferente.

CAUSAS DEL PROBLEMA:   DESPERTEMOS NUESTRA CONCIENCIA

NO NOS MUEVE EL BIEN COMÚN SINO LOS INTERESES PERSONALES, ORGANIZACIONALES O DE GRUPOS DE PODER.

SE HA PERDIDO EL RESPETO A LA VIDA, SE HA DETERIORADO LA FRATERNIDAD UNIVERSAL Y HA OCUPADO SU LUGAR LA CULTURA DEL DESCARTE, DEL CONSUMISMO Y EL RELATIVISMO.

Todas las causas están bien identificadas pero la causa mayor no permite buscar soluciones congruentes y efectivas: Contaminación y Cambio Climático, Destrucción de Bosques y Fuentes de Agua, Extinción de Especies, etc.

La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería.

URGE UN CAMBIO EN NUESTRO ESTILO DE VIDA, DE PRODUCCIÓN Y DE CONSUMO

Si la actual tendencia continúa, este siglo podría ser testigo de cambios climáticos inauditos y de una destrucción sin precedentes de los ecosistemas, con graves consecuencias para todos nosotros.

Este mundo tiene una grave deuda social con los pobres que no tienen acceso al agua potable, porque eso es negarles el derecho a la vida radicado en su dignidad inalienable.

El control del agua por parte de grandes empresas mundiales se convierta en una de las principales fuentes de conflictos de este siglo.

El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos.

Se desperdicia aproximadamente un tercio de los alimentos que se producen, y «el alimento que se desecha es como si se robara de la mesa del pobre».

Necesitamos fortalecer la conciencia de que somos una sola familia humana. No hay espacio para la globalización de la indiferencia.

 

PREGUNTÉMONOS: ¿Para qué se quiere preservar hoy un poder que será recordado por su incapacidad de intervenir cuando era urgente y necesario hacerlo?

El actual sistema mundial es insostenible la humanidad ha defraudado las expectativas divinas ».

CAPÍTULO SEGUNDO el evangelio de La Creación.

La existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: la relación con Dios, con el prójimo y con la tierra.

Según la Biblia, las tres relaciones vitales se han roto, La causa: EL PECADO. La armonía entre el Creador, la humanidad y todo lo creado fue destruida por haber pretendido ocupar el lugar de Dios, negándonos a reconocernos como criaturas limitadas.

La armonía que vivía san Francisco de Asís con todas las criaturas haya sido interpretada como una sanación de aquella ruptura.

Las criaturas son frágiles, por eso Dios nos la confió para cuidarlas. Las criaturas no están por encima del ser humano, pero tampoco el ser humano es el GRAN DUEÑO DE TODO Y PUEDE DESTRUIR Y EXPLOTAR A SU ANTOJO.

El fin último de las demás criaturas no somos nosotros todas avanzan, junto con nosotros y a través de nosotros, hacia el término común, que es Dios. Cristo resucitado abraza e ilumina todo. Porque el ser humano, dotado de inteligencia y de amor, ya traído por la plenitud de Cristo, está llamado a reconducir todas las criaturas a su Creador.

Dios ha escrito un libro precioso, « cuyas letras son la multitud de criaturas presentes en el universo ».

No puede ser real un sentimiento de íntima unión con los demás seres de la naturaleza si al mismo tiempo en el corazón no hay ternura, compasión y preocupación por los seres humanos.

URGE SALIR DE NUESTRO ESTADO DE CONFORT ESPIRITUAL

Creyentes y no creyentes la tierra es esencialmente una herencia común, cuyos frutos deben beneficiar a todos.

CAPÍTULO TERCERO Raíz humana de La Crisis ecológica

¿Quién es el responsable de tanta destrucción?

Nunca la humanidad tuvo tanto poder sobre sí misma y nada garantiza que vaya a utilizarlo bien, sobre todo si se considera el modo como lo está haciendo.

El crecimiento tecnológico da pasos más rápidos que nuestra conciencia, nuestra ética, nuestros valores y nuestra moralidad.

El ser humano y las cosas han dejado de tenderse amigablemente la mano para pasar a estar enfrentados.

SE NECESITA UNA  valiente revolución cultural.

1.      No se puede proponer una relación con el ambiente aislada de la relación con las demás personas y con Dios.

 

2.      Tampoco es compatible la defensa de la naturaleza con la justificación del aborto. SE TIENE QUE RECUPERAR LA CONGRUENCIA DE LA FE.

3.      No debe buscarse que el progreso tecnológico reemplace cada vez más el trabajo humano.

4.      ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo.

5.      Todo uso y experimentación «exige un respeto religioso de la integridad de la creación ».

6.      toda intervención en un área del ecosistema debe considerar sus consecuencias en otras áreas. Juan Pablo II

En todo caso, una intervención legítima es aquella que actúa en la naturaleza «para ayudarla a desarrollarse en su línea, la de la creación, la querida por Dios.

Cuando la técnica desconoce los grandes principios éticos, termina considerando legítima cualquier práctica.

CAPÍTULO CUARTO una ecología integral: Ambiental, Económica y Social.

La ecología estudia las relaciones entre los organismos vivientes y el ambiente donde se desarrollan. También exige sentarse a pensar y a discutir acerca de las condiciones de vida y de supervivencia de una sociedad, con la honestidad para poner en duda modelos de desarrollo, producción y consumo.

No hay dos crisis separadas, una ambiental y otra social, sino una sola y compleja crisis socio-ambiental. Las líneas para la solución requieren una aproximación integral para combatir la pobreza, para devolver la dignidad a los excluidos y simultáneamente para cuidar la naturaleza.

Si todo está relacionado, también la salud de las instituciones de una sociedad tiene consecuencias en el ambiente y en la calidad de vida humana: «Cualquier menoscabo de la solidaridad y del civismo produce daños ambientales.

La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal.

Decía Benedicto XVI que existe una «ecología del hombre » porque «también el hombre posee una naturaleza que él debe respetar y que no puede manipular a su antojo ». ¿Cuál es esa naturaleza?

También la valoración del propio cuerpo en su femineidad o masculinidad es necesaria para reconocerse a sí mismo en el encuentro con el diferente.

La ecología humana es inseparable de la noción de bien común

Toda la sociedad –y en ella, de manera especial el Estado– tiene la obligación de defender y promover el bien común. ESO PASA EN NUESTRO PAÍS? QUIEN ES EL RESPONSABLE?

Ya no puede hablarse de desarrollo sostenible sin una solidaridad intergeneracional.

Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá.

Además de la leal solidaridad intergeneracional, se ha de reiterar la urgente necesidad moral de una renovada solidaridad intrageneracional.

CAPÍTULO QUINTO Algunas líneas de orientación y acción.

NO BASTA CON SABER QUE EN ESTA INTERDEPENDENCIA, NUESTRAS ACCIONES AFECTAN A LOS DEMÁS. SINO QUE LAS SOLUCIONES TENGAN UN ALCANCE GLOBAL Y NO SOLO EN FAVOR DE ALGUNOS INTERESES DE GRUPOS O PAÍSES. La interdependencia nos obliga a pensar en un solo mundo, en un proyecto común.

LÍNEAS DE ACCIÓN:

1.      Es indispensable un consenso mundial que lleve, por ejemplo, a programar una agricultura sostenible y diversificada, a desarrollar formas renovables y poco contaminantes de energía, a fomentar una mayor eficiencia energética, a promover una gestión más adecuada de los recursos forestales y marinos, a asegurar a todos el acceso al agua potable.

 

2.      La misma lógica que dificulta tomar decisiones drásticas para invertir la tendencia al calentamiento global es la que no permite cumplir con el objetivo de erradicar la pobreza. Necesitamos una reacción global más responsable, que implica encarar al mismo tiempo la reducción de la contaminación y el desarrollo de los países y regiones pobres.

 

3.      Los límites que debe imponer una sociedad sana, madura y soberana se asocian con: previsión y precaución, regulaciones adecuadas, vigilancia de la aplicación de las normas, control de la corrupción, acciones de control operativo sobre los efectos emergentes no deseados de los procesos productivos, e intervención oportuna ante riesgos inciertos o potenciales.

La grandeza política se muestra cuando, en momentos difíciles, se obra por grandes principios y pensando en el bien común a largo plazo.

4.      La sociedad, a través de organismos no gubernamentales y asociaciones intermedias, debe obligar a los gobiernos a desarrollar normativas, procedimientos y controles más rigurosos. Si los ciudadanos no controlan al poder político –nacional, regional y municipal–, tampoco es posible un control de los daños ambientales.

 

5.      Hay que conceder un lugar preponderante a una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas, que permitan superar presiones e inercias viciosas.

 

6.      En la mesa de discusión deben tener un lugar privilegiado los habitantes locales, quienes se preguntan por lo que quieren para ellos y para sus hijos, y pueden considerar los fines que trascienden el interés económico inmediato.

 

7.      Si la información objetiva lleva a prever un daño grave e irreversible, aunque no haya una comprobación indiscutible, cualquier proyecto debería detenerse o modificarse.

 

8.      Hoy, pensando en el bien común, necesitamos imperiosamente que la política y la economía, en diálogo, se coloquen decididamente al servicio de la vida, especialmente de la vida humana.

 

9.      Tenemos que convencernos de que desacelerar un determinado ritmo de producción y de consumo puede dar lugar a otro modo de progreso y desarrollo. Los esfuerzos para un uso sostenible de los recursos naturales no son un gasto inútil, sino una inversión que podrá ofrecer otros beneficios económicos a medio plazo.

 

10.  La diversificación productiva da amplísimas posibilidades a la inteligencia humana para crear e innovar, a la vez que protege el ambiente y crea más fuentes de trabajo.

 

11.  Hay que pensar también en detener un poco la marcha, en poner algunos límites racionales e incluso en volver atrás antes que sea tarde.

Simplemente se trata de redefinir el progreso. Un desarrollo tecnológico y económico que no deja un mundo mejor y una calidad de vida integralmente superior no puede considerarse progreso.

Cualquier solución técnica que pretendan aportar las ciencias será impotente para resolver los graves problemas del mundo si la humanidad pierde su rumbo, si se olvidan las grandes motivaciones que hacen posible la convivencia, el sacrificio, la bondad. En todo caso, habrá que interpelar a los creyentes a ser coherentes con su propia fe y a no contradecirla con sus acciones (nos recuerda algo esa frase), habrá que reclamarles que vuelvan a abrirse a la gracia de Dios y a beber en lo más hondo de sus propias convicciones sobre el amor, la justicia y la paz.

CAPÍTULO SEXTO educación y espiritualidad ecológica

Muchas cosas tienen que reorientar su rumbo, pero ante todo la humanidad necesita cambiar.

Hace falta la conciencia de un origen común, de una pertenencia mutua y de un futuro compartido por todos.

El mercado tiende a crear un mecanismo consumista compulsivo para colocar sus productos. Tal paradigma hace creer a todos que son libres mientras tengan una supuesta libertad para consumir, cuando quienes en realidad poseen la libertad son los que integran la minoría que detenta el poder económico y financiero.

Mientras más vacío está el corazón de la persona, más necesita objetos para comprar, poseer y consumir.

QUE NOS PIDE EL PAPA: Que está en nuestras manos

1.                No hay sistemas que anulen por completo la apertura al bien, a la verdad y a la belleza, ni la capacidad de reacción que Dios sigue alentando desde lo profundo de los corazones humanos. A cada persona de este mundo le pido que no olvide esa dignidad suya que nadie tiene derecho a quitarle.

 

2.                Un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social.

Por eso me atrevo a proponer nuevamente aquel precioso desafío: «Como nunca antes en la historia, el destino común nos hace un llamado a buscar un nuevo comienzo […] Que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida»

Sólo a partir del cultivo de sólidas virtudes es posible la donación de sí en un compromiso ecológico. Saludo a las virtudes de San Francisco.

3.                Es muy noble asumir el deber de cuidar la creación con pequeñas acciones cotidianas, y es maravilloso que la educación sea capaz de motivarlas hasta conformar un estilo de vida.

Contra la llamada cultura de la muerte, la familia constituye la sede de la cultura de la vida »

4.                Todas las comunidades cristianas tienen un rol importante que cumplir en esta educación. Espero también que en nuestros seminarios y casas religiosas de formación se eduque para una austeridad responsable, para la contemplación agradecida del mundo, para el cuidado de la fragilidad de los pobres y del ambiente.

La crisis ecológica es un llamado a una profunda conversión interior.

Vivir la vocación de ser protectores de la obra de Dios es parte esencial de una existencia virtuosa, no consiste en algo opcional ni en un aspecto secundario de la experiencia cristiana.

5.                A problemas sociales se responde con redes comunitarias, no con la mera suma de bienes individuales.

La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria.

Haciendo crecer las capacidades peculiares que Dios le ha dado, la conversión ecológica lleva al creyente a desarrollar su creatividad y su entusiasmo, para resolver los dramas del mundo, ofreciéndose a Dios «como un sacrificio vivo, santo y agradable»

6.                Es importante incorporar una vieja enseñanza, presente en diversas tradiciones religiosas, y también en la Biblia. Se trata de la convicción de que «menos es más».

Es un retorno a la simplicidad que nos permite detenernos a valorar lo pequeño, agradecer las posibilidades que ofrece la vida sin apegarnos a lo que tenemos ni entristecernos por lo que no poseemos. Esto supone evitar la dinámica del dominio y de la mera acumulación de placeres.

Se puede necesitar poco y vivir mucho, sobre todo cuando se es capaz de desarrollar otros placeres y se encuentra satisfacción en los encuentros fraternos, en el servicio, en el despliegue de los carismas, en la música y el arte, en el contacto con la naturaleza, en la oración. La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.

Por otro lado, ninguna persona puede madurar en una feliz sobriedad si no está en paz consigo mismo.

La naturaleza está llena de palabras de amor, pero ¿cómo podremos escucharlas en medio del ruido constante, de la distracción permanente y ansiosa, o del culto a la apariencia?

7.                Una expresión de esta actitud es detenerse a dar gracias a Dios antes y después de las comidas. Propongo a los creyentes que retomen este valioso hábito y lo vivan con profundidad.

La espiritualidad cristiana propone un modo alternativo de entender la calidad de vida, y alienta un estilo de vida profético y contemplativo, capaz de gozar profundamente sin obsesionarse por el consumo.

La felicidad requiere saber limitar algunas necesidades que nos atontan, quedando así disponibles para las múltiples posibilidades que ofrece la vida.

La sobriedad y la humildad no han gozado de una valoración positiva en el último siglo.

Una ecología integral implica dedicar algo de tiempo para recuperar la serena armonía con la creación.

8.                El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia y de comunión.

 

9.                El amor fraterno sólo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que esperamos que haga.

 

10.           Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser buenos y honestos.

Una ecología integral también está hecha de simples gestos cotidianos donde rompemos la lógica de la violencia, del aprovechamiento, del egoísmo. Ejemplo de Santa Teresa de Lisiux.

la Iglesia propuso al mundo el ideal de una «civilización del amor ».

El amor social es la clave de un auténtico desarrollo.

Cuando alguien reconoce el llamado de Dios a intervenir junto con los demás en estas dinámicas sociales, debe recordar que eso es parte de su espiritualidad, que es ejercicio de la caridad y que de ese modo madura y se santifica.

Los Sacramentos son un modo privilegiado de cómo la naturaleza es asumida por Dios y se convierte en mediación de la vida sobrenatural.

No escapamos del mundo ni negamos la naturaleza cuando queremos encontrarnos con Dios.

Unido al Hijo encarnado, presente en la Eucaristía, todo el cosmos da gracias a Dios. En efecto, la Eucaristía es de por sí un acto de amor cósmico: La Eucaristía une el cielo y la tierra, abraza y penetra todo lo creado.

«Cuando contemplamos con admiración el universo en su grandeza y belleza, debemos alabar a toda la Trinidad ».

La persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas.

Junto con todas las criaturas, caminamos por esta tierra buscando a Dios, porque, «si el mundo tiene un principio y ha sido creado, busca al que lo ha creado, busca al que le ha dado inicio, al que es su Creador ».

Dios, que nos convoca a la entrega generosa y a darlo todo, nos ofrece las fuerzas y la luz que necesitamos para salir adelante. En el corazón de este mundo sigue presente el Señor de la vida que nos ama tanto. Él no nos abandona, no nos deja solos, porque se ha unido definitivamente a nuestra tierra, y su amor siempre nos lleva a encontrar nuevos caminos. Alabado sea.

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