miércoles, 10 de febrero de 2016

La Misa ¨El Cielo en la Tierra¨ Reflexiones sobre el libro de Scott Hahn

Miguel Villela OFS Honduras
  
 
El Amor y la  Misericordia de Dios con su pueblo es un tesoro que se ha hecho presente a través de miles de años de historia, de revelaciones y de manifestaciones que con el paso del tiempo, han sido confiadas al Magisterio de la Iglesia y transmitidas de generación en generación a través de la Sagrada Escritura, la Tradición Apostólica, las celebraciones litúrgicas y en los escritos de los santos padres de la iglesia.
 Muchas de esas riquezas descansan como ese tesoro escondido que nos revela el evangelio, dichoso aquel que lo descubra, inmediatamente correrá a vender todo lo que tiene para comprar el terreno donde se encuentra el  tesoro, si tan solo supiéramos donde se encuentra correríamos hacia Él. Los Cristianos de hoy en día debido a nuestra falta de formación, de nuestra ceguera frente a los misterios divinos y de nuestra falta de entrega en búsqueda de ese reino prometido, de esa Jerusalén Celestial  que vemos tan distante de nuestras vidas; aceptamos como posible lo imposible y negamos lo real y verdadero por considerarlo demasiado evidente.  Esta es la realidad del tiempo en que vivimos que no se difiere en nada al tiempo en que vino Nuestro Salvador, Nuestro Redentor, Nuestro Rey de Reyes; en ese tiempo la gente por estar a la espera de un Rey ostentoso, guerrero, fuerte, con poderes mágicos usados a diestra y siniestra, ignoraron y despreciaron la venida del Humilde Carpintero. Que sabiduría tienen esas frases que exclamaste antes de morir  Mi Señor  ¨Padre perdónalos porque ellos no saben lo que hacen¨.
Así nos pasa también a nosotros Mi Señor,  por no saber, por desconocer,  nos perdemos continuamente de tu presencia sacramental, puesta de manifiesto tan cerca de nosotros que para ser testigos de tu gloria solo debemos de salir de nuestra casa y caminar unos pasos hacia nuestra parroquia, para acompañarte como invitados a la celebración de tu boda, a comer de ese Cordero Pascual que quita el pecado del mundo, tu mismo llamas dichosos a los invitados a esta fiesta.
Durante la mayoría de años de mi vida, yo también como muchos desconocía e ignoraba mi desnutrición espiritual, al no alimentarme con Jesús Sacramentado, con ese pedacito de pan, ahora te doy gracias Mi Señor, porque a través de un sacerdote, a través de mi mejor amigo, pude conocerte en el Santísimo Sacramento del Altar, a través de su continua insistencia he ido aprendiendo a combatir y algunas veces vencer en mis luchas internas frente a la pereza, egoísmo, inconstancia, apatía, falta de compromiso, rebeldía, que continuamente me servían de pretexto para justificar no ir a misa, gracias Mi Señor porque a través de el he ido aprendiendo que solo aprendiendo a Amarte a ti podemos aprender a amar y comprender a los demás, y hoy aunque todavía no puedo recibirte sacramentalmente vivo con una sed y hambre de alimentarme con tu cuerpo y con tu sangre y es esta misma necesidad que finalmente ha dado sentido a mi vida y me invita a compartir lo poco que voy aprendiendo, lo que tu me vas enseñando con todos mis hermanos.
Hoy a pesar que el camino de conversión apenas empieza, puedo decir que he dejado de ser huérfano y gracias al apoyo de amigos y amigas que Dios ha puesto en mi camino, voy intentando de a poco ofrecer mi servicio a la construcción del reino a través de la integración y participación en comunidades, movimientos apostólicos y actividades que organiza nuestra parroquia.
 Un día alguien me pregunto que porque era católico y le respondí porque amo La Eucaristía y hoy más que nunca estoy seguro de la Presencia real de Nuestro Señor en La Eucaristía, en toda la celebración de la santa misa que por inspiración divina Juan Pablo II, la ha llamado ¨El Cielo en la Tierra¨, explicando que la liturgia que celebramos en la tierra es una misteriosa participación en la liturgia celestial, el Cielo baja a la tierra cada vez que se celebra la Eucaristía.
La Mayoría de teólogos después de muchos años de estudio y de interpretación de escritos, han concluido que La Biblia se vuelve incomprensible, pierde su sentido, si la separamos de la riqueza que encontramos en la liturgia de la misa, en la misa, cada lectura, cada palabra comienza a tener sentido y a tener vida porque eres tú Mi Señor quien te haces presente y te diriges a tu pueblo pronunciando las palabras contenidas en el antiguo y nuevo testamento.
En la misa, tenemos la oportunidad de presenciar la fiesta de bodas que describe San Juan en el libro de Apocalipsis, en la misa tenemos el privilegio de encontrarnos ante el trono celestial, donde Nuestro Señor Jesús es aclamado como El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. La misa es el acto que sella la alianza de Dios con su pueblo, este es el cáliz de mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna.
En la misa presenciamos el sacrificio de Nuestro Señor, Nuestro Sumo Sacerdote, quien se ofrece en el altar y derrama su sangre por la salvación del mundo entero, quien come mi carne y bebe mi sangre tendrá vida eterna Jn 6,53.
En la misa presenciamos y vivimos de forma real, no imaginaria, no de un recuerdo, no de un rito, estamos ahí gozando junto con los apóstoles, del momento sagrado en que Nuestro Señor instituyó la Eucaristía en su ultima cena: Tomad y comed todos de Él, porque este es mi cuerpo que será entregado por vosotros, haced esto en conmemoración mía; Tomad y bebed todos de Él porque esta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por ustedes y por todos para el perdón de los pecados, haced esto en conmemoración mía.
El Señor entra en el corazón de aquellos que lo pueden recibir en la hostia consagrada, en ese pedacito de pan al que se refiere con amor y necesidad una buena amiga con la que comparto mi vida; entra para después llevarlos a su corazón donde se hacen uno con Él.
San Ignacio de Antioquía al referirse a la Eucaristía, decía: Tened cuidado de solo tener una Eucaristía, pues solo hay una carne de Nuestro Señor Jesucristo y un cáliz para mostrar en adelante la unidad de su sangre.
San Justino Mártir expresaba: El alimento que se ha hecho Eucaristía por la oración de su Palabra y que nutre nuestra carne y sangre por asimilación, es la Carne y la Sangre de aquel  Jesús que se hizo carne.
Así que hermanos, los invito a que abramos nuestros ojos, nuestra mente y nuestro corazón para que a partir de hoy reconozcamos que:
En la misa tenemos la presencia real de Nuestro Señor, puesta de manifiesto en la sagrada Hostia, en ella esta Jesús Sacramentado con su cuerpo y con su sangre, dispuesto a entregarse por nosotros.
En la misa tenemos la oportunidad de alabar con coros y cantos al Dios vivo en compañía de sus ángeles, santos y mártires, que bajan del cielo para unirse con nosotros en oración y alabanza a Nuestro Señor.
Ir a misa es ir al cielo, donde podemos compartir junto con todos nuestros seres queridos, los que están aquí y aquellos que ya se nos han adelantado.
Ir a misa es renovar nuestra alianza con Dios, en el banquete de bodas.
Ir a misa es recibir la plenitud de la gracia, pues recibimos a Dios dentro de nosotros mismos, dentro de nuestro corazón.
Cuando vamos a misa, llevamos con nosotros, nuestro trabajo profesional, la vida de familia, los sufrimientos y las alegrías, y todo esto se convierte en sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Nuestro Señor Jesucristo, durante la celebración de la Eucaristía.
Debemos ir a misa con ojos y oídos, mente y corazón, abiertos a la verdad que se nos presenta delante, la verdad que se eleva como incienso y nos lleva al cielo ante la presencia de Nuestro Dios y Señor….., cierren sus ojos, pensemos en todo lo que hemos compartido, en todo lo que iremos aprendiendo a conocer, este es solo el inicio, esta es solo la invitación, esto es solo el toc, toc de Nuestro Señor sonando nuestras puertas.
Ahora los invito a que junto con los ángeles y arcángeles y con todos los coros Celestiales cantemos sin cesar el himno de Su gloria: Santo, Santo, Santo es El Señor.
 Cantemos: 
Si tú, el corazón abres
Y empiezas a alabar
Y sigues orando así vas a lograr
Que los ángeles suban
Y te lleven a Dios.
No sé, si la Iglesia subió
O el cielo bajo
Solo sé que está lleno
De ángeles de Dios
Porque el propio Dios esta aquí.
Que sintieron en su corazón y en su alma al cantar…….notan algo diferente, se dan cuenta que es un canto inspirado en cosas reales, no fantasías…….ahora me pueden decir donde, en que lugar ocurren todos estos eventos maravillosos…….., claro, desde luego que con seguridad podemos decir y gritar a los cuatro vientos que en la misa!!!
Así que,  aunque al ir a misa estemos tentados a distraernos y aburrirnos por los problemas de sonido, por homilías largas, por los gritos y llantos de niños inquietos, por las platicas interesantes de nuestros compañeros de banca, por la presencia de una persona que nos atrae o nos gusta, o simplemente porque hemos tenido un día pesado y lleno de problemas, no podemos ni debemos olvidar que en la misa tenemos la oportunidad única de vivir y compartir un momento propio de las celebraciones celestiales, donde podemos experimentar la Pasión de Nuestro Señor , adorarlo al pie de la cruz junto con Nuestra Madre María, los Ángeles y Santos y participar de su boda en el banquete celestial.


No hay comentarios:

Publicar un comentario